lunes, 5 de octubre de 2009

VII


Nada más entrar en el ascensor, se pone en marcha. Fuera la falda larga, y aparece la minifalda que lleva debajo. Guarda la prenda que se ha quitado a toda prisa en la mochila, y saca esa camiseta que su madre odia.

Tintintin.

Él entra. Ella decide ignorarle: no hay tiempo. Se quita la sudadera y se pone, encima de una camiseta de tirantes, la que acaba de sacar de la mochila. Se la ajusta hasta que un hombro queda al aire. Entonces, saca los tacones, que sustituyen las deportivas.

La está mirando. Sabe que lo hace, pero no quiere pararse a sentirse juzgada. Hoy, no.

Saca un pequeño estuche de la mochila y se vuelve hacia el espejo, para repasarse los ojos de negro intenso.

Tintintin.

Justo a tiempo. Sale del ascensor, resuelta. Deja la mochila en el cuarto de las bicis, ya la recogerá luego. Él abre la puerta y le cede el paso.

- Sigue siendo un gilipollas -necesita aclarar-. Pero me ha llamado y...

No quiere terminar la frase. No quiere decir en voz alta lo que espera de esa cita. Su parte más irracional grita que puede darle mala suerte.

- Ah -asiente él. Levanta una ceja - En ese caso...

- ¿Qué? -le invita a continuar, desafiante.

- Buena suerte.

Sonríe. Sabe que no iba a decir eso, sabe que no aprueba lo que ha hecho, sabe que piensa que es una imbécil. Pero no se lo ha dicho.

Con paso firme, se dirige al parque. A su parque. Al de los dos.

1 comentario:

  1. Ya echaba de menos este tipo de conversaciones en este blog...pero qué genial es él madre mia!!!!!y la foto¿?!! perfect!! (ya se q lo sabes)

    Una pregunta, vas cambiando la foto de arriba del blog?? porque hoy es el relato 7 y está encendida la lucecita del 7 :D

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