Entra en el ascensor. Mueve la cabeza al ritmo de la música. Por mucho que le avergüence, le encanta esa canción. No puede evitarlo. Y cuando llega al estribillo, poco le falta para ponerse a saltar.
- ¡You get the best of both worlds!
Chillin' out, take it slow
Then you rock out the show...
¡YOU GET THE BEST OF BOTH WORLDS!
Tintintin.
Se le congela la sangre en las venas. Se quita los auriculares, y se vuelve lentamente.
Séptimo piso. Cómo no.
- Eh... Hola -sonríe él, desconcertado.
- Hola -contesta, con un hilo de voz.
- Esto... ¿bajas?
Asiente con la cabeza. Se guarda los auriculares en el bolsillo y observa con sumo interés la puntera de sus botas. Nunca le habían parecido tan interesantes. Fíjate, hasta tienen una manchita justo donde estaría su dedo índice del pie izquierdo...
Tintintin.
Salen a la calle en silencio. Sus mejillas están arreboladas, y no precisamente por culpa del viento que silba en las esquinas. Él sale primero, porque ella se para a revisar el correo, pero la espera sosteniendo la puerta.
- Oye... Te juro que no iba a preguntártelo, pero es que no puedo... ¿¡Hanna Montana!?
Ahora mismo sabe que tiene el aspecto de un tomate maduro. Es curioso que el deseo no valga para que la tierra se abra y la trague.
- Es por una amiga, porque ella es bilingüe y vive medio año en Londres y medio aquí, y...
Él alza una ceja. Ella sonríe débilmente. No es que esté mintiendo, esa amiga existe, pero ni siquiera ella le haría cantar You get the best of both worlds a todo volumen en el ascensor...
- ¡Me encanta, joder! No me mires así, ¿vale?
Y, muy digna, le empuja y se dirige a su destino, con la cabeza muy alta y las mejillas muy rojas.
jueves, 15 de octubre de 2009
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