Mucho habían durado. Mira al suelo, incapaz de enfrentarse a sus ojos. Siente sus dedos, caminando ligeros por su brazo desnudo.
-Eh. No llores, ¿vale?
Asiente con la cabeza. No está llorando. Querría hacerlo, pero no puede. No ahora, no en ese lugar. No con él, ni por él.
-Ojalá hubiese durado más -asiente otra vez-, pero no se puede tener todo... ¿no?
-No, no se puede. Y esto es culpa mía, Dam, no te creas que no lo sé.
-Da igual de quién sea la culpa. La cosa es que lo dejamos. Los dos, y ya está.
Pero no lo ha negado. Es culpa suya, claro. Es la que ha fallado desde el principio. Y entonces sí que se le escapa una lágrima, que corre veloz a colarse por su escote.
-Me voy... Te llamaré. Un día de estos. No te importa, ¿no?
-Llámame, sí. Y nos reímos un rato, como siempre.
Él asiente y se va. Ella se queda un rato en la puerta, respirando hondo. Ni un mes. Si es que lo sabía, lo sabía... De repente, alguien le tiende un clínex.
-Lo he visto. No quería ser cotilla, pero como no subes... -sonríe y lo acepta- Así que solos los dos, ¿eh?
Se encoge de hombros. No quiere hablar. Él se apoya en la puerta con ella, y miran juntos las estrellas. No hace falta decir nada más.
-Eh. No llores, ¿vale?
Asiente con la cabeza. No está llorando. Querría hacerlo, pero no puede. No ahora, no en ese lugar. No con él, ni por él.
-Ojalá hubiese durado más -asiente otra vez-, pero no se puede tener todo... ¿no?
-No, no se puede. Y esto es culpa mía, Dam, no te creas que no lo sé.
-Da igual de quién sea la culpa. La cosa es que lo dejamos. Los dos, y ya está.
Pero no lo ha negado. Es culpa suya, claro. Es la que ha fallado desde el principio. Y entonces sí que se le escapa una lágrima, que corre veloz a colarse por su escote.
-Me voy... Te llamaré. Un día de estos. No te importa, ¿no?
-Llámame, sí. Y nos reímos un rato, como siempre.
Él asiente y se va. Ella se queda un rato en la puerta, respirando hondo. Ni un mes. Si es que lo sabía, lo sabía... De repente, alguien le tiende un clínex.
-Lo he visto. No quería ser cotilla, pero como no subes... -sonríe y lo acepta- Así que solos los dos, ¿eh?
Se encoge de hombros. No quiere hablar. Él se apoya en la puerta con ella, y miran juntos las estrellas. No hace falta decir nada más.