Por fin, tras días de lluvias, ha salido el sol. Y tiene que salir a saludar al buen tiempo, aunque sea tímido y parezca un nuevo comienzo del verano. Porque cree firmemente en recuperar el tiempo perdido.
Tintintin.
Quinto piso. Hacía mucho que no paraba en el quinto.
Cuando ella monta y saluda con su voz suave, no puede evitar fijarse en lo que lleva en las manos. Un ramo de margaritas amarillas y una botella de cerveza sin abrir. La intuición comienza a zumbar en su nuca. ¿De qué le suena...?
Tintintin.
Cuarto piso.
Nada más entrar, Ro mira a Ana y abre mucho los ojos. Se miran. Ya lo han identificado.
-Calla. No digas nada.
Y ella se encoje de hombros y no habla. Miriam sonríe y le pregunta:
- ¿Vas a saludar al sol, Ana? Hace mucho que no salía...
-No, qué va. Aunque no venga, hablamos todos los días.
-Entonces, ¿dónde...?
Tintintin.
Ana sale. Miriam y Ro se quedan dentro del ascensor, sorprendidas. Alcanzan a escucharla mientras canta, camino a la calle.
-Sueña con su melena y viene el viento y se la lleva, y desde entonces su cabeza sólo quiere alzar el vuelo, y bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo...
-Qué fuerte -susurra Ro-. Es una canción andante.
Y en sus ojos se lee envidia por la locura. Porque la música que corre por las venas de ambas sí que se ve en la piel de Ana.
Tintintin.
Quinto piso. Hacía mucho que no paraba en el quinto.
Cuando ella monta y saluda con su voz suave, no puede evitar fijarse en lo que lleva en las manos. Un ramo de margaritas amarillas y una botella de cerveza sin abrir. La intuición comienza a zumbar en su nuca. ¿De qué le suena...?
Tintintin.
Cuarto piso.
Nada más entrar, Ro mira a Ana y abre mucho los ojos. Se miran. Ya lo han identificado.
-Calla. No digas nada.
Y ella se encoje de hombros y no habla. Miriam sonríe y le pregunta:
- ¿Vas a saludar al sol, Ana? Hace mucho que no salía...
-No, qué va. Aunque no venga, hablamos todos los días.
-Entonces, ¿dónde...?
Tintintin.
Ana sale. Miriam y Ro se quedan dentro del ascensor, sorprendidas. Alcanzan a escucharla mientras canta, camino a la calle.
-Sueña con su melena y viene el viento y se la lleva, y desde entonces su cabeza sólo quiere alzar el vuelo, y bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo...
-Qué fuerte -susurra Ro-. Es una canción andante.
Y en sus ojos se lee envidia por la locura. Porque la música que corre por las venas de ambas sí que se ve en la piel de Ana.