jueves, 24 de diciembre de 2009

XVIII

Deja las bolsas en el suelo, resoplando. Menudo momento para mandarla a comprar... Seguro que se ha perdido la entrada triunfal de su primo José, con lo loco que está, cada año hace algo nuevo... Pero nada, había que ir a por hielos y a por el champagne. Menos mal que ya lo tenían encargado, porque si no brindaban con gaseosa...

Tintintin.

Pulsa el nueve con rabia, enfadada. Enfadada con su padre, por olvidarse aquella mañana de comprar hielos y champagne. Enfadada con su madre, por empeñarse en mandarla a ella solo diez minutos antes de que llegue todo el mundo. Enfadada con José, por ser siempre tan puntual. Enfadada por el maldito ascensor, que no puede ir más lento...

Tintintin.

Y enfadada con el séptimo, que parece que no haya otro piso. Maldita sea.

- ¡Hola!

Alegre, como siempre. Pues no le da la gana, está de mal humor.

-Hola.

-Subes, ¿verdad? -señala sonriente las bolsas. Ay, qué gracioso es, se creerá sagaz y todo...

-Sí, subo.

-Pues nada, pásatelo bien... ¡Ah, y feliz navidad!

Pero, justo cuando va a cerrar la puerta, ve la humedad en su frente. Su sonrisa tirante. Su tono, tan exageradamente jovial que resulta falso. Y se rinde.

- ¿Estás bien?

Carraspea, incómodo. Deja que la crisis invada su cara, sonríe con timidez.

- ¿Tanto se me nota? -sonríe, comprensiva, y asiente- Pues no, no estoy del todo bien... Es que hoy ceno en casa de Emma, y voy a conocer a sus padres... Jé... Estoy un poco nervioso.

Sus buenas intenciones navideñas se evaporan como la nieve de hace dos días.

-Pues buena suerte. Perdona, tengo prisa -coge la puerta desde dentro y cierra con rapidez.

Suspira. Será imbécil...