Entra en el ascensor y se pone la cazadora, tapando la camiseta de tirantes, y se quita los zapatos, para no hacer ruido arriba.
Tintintin.
Pelo despeinado, pijama bajo la enorme sudadera, ojos hinchados, lágrimas en las mejillas y cara de frustración. Un sollozo atravesado en la garganta.
- ¡Miriam! Miriam, tía, acógeme. Mis padres me han vuelto a echar.
-Claro, como quieras... A lo mejor acabamos las dos en la calle. Se suponía que volvía para cenar.
-Te estás despendolando, ¿eh?... En fin, en la calle, pero juntas.
-Siempre.
Y siguen subiendo, rezando a la suerte.
Tintintin.
-Qué bien, reunión de madrugada, todos juntitos... Qué suerte tenemos, Miriam.
-Eh... ¿Subís o bajáis?
-Voy en pijama, listo, ¿tú qué crees?
-Vale, perdón... Yo iba a sacar la basura, pero casi que me quedo a ver el desenlace.
- ¿Qué desenlace?
-Si tu padre os echa por volver a estas horas, Miriam... A mí me sobra una habitación.
-Vale, venga, guapo, hasta luego.
Le cierra la puerta en las narices.
Tintintin.
Saca las llaves frente a la puerta. Susurra una oración. Se muerde el labio. La mira con súplica en los ojos.
-Venga ya... No. No voy a dormir en su casa. No. No. No. Me niego. Inténtalo por lo menos, Miriam, tía, por favor...
Y lo intenta. Todo sea por una amiga. Pero la llave no entra.
-Han dejado puesta la llave. Hoy no entro en esta casa, y tú tampoco.
-Mierda.
Tintintin.
Pelo despeinado, pijama bajo la enorme sudadera, ojos hinchados, lágrimas en las mejillas y cara de frustración. Un sollozo atravesado en la garganta.
- ¡Miriam! Miriam, tía, acógeme. Mis padres me han vuelto a echar.
-Claro, como quieras... A lo mejor acabamos las dos en la calle. Se suponía que volvía para cenar.
-Te estás despendolando, ¿eh?... En fin, en la calle, pero juntas.
-Siempre.
Y siguen subiendo, rezando a la suerte.
Tintintin.
-Qué bien, reunión de madrugada, todos juntitos... Qué suerte tenemos, Miriam.
-Eh... ¿Subís o bajáis?
-Voy en pijama, listo, ¿tú qué crees?
-Vale, perdón... Yo iba a sacar la basura, pero casi que me quedo a ver el desenlace.
- ¿Qué desenlace?
-Si tu padre os echa por volver a estas horas, Miriam... A mí me sobra una habitación.
-Vale, venga, guapo, hasta luego.
Le cierra la puerta en las narices.
Tintintin.
Saca las llaves frente a la puerta. Susurra una oración. Se muerde el labio. La mira con súplica en los ojos.
-Venga ya... No. No voy a dormir en su casa. No. No. No. Me niego. Inténtalo por lo menos, Miriam, tía, por favor...
Y lo intenta. Todo sea por una amiga. Pero la llave no entra.
-Han dejado puesta la llave. Hoy no entro en esta casa, y tú tampoco.
-Mierda.