lunes, 2 de noviembre de 2009
XIII
Las dos entran detrás de ella en el ascensor. La niña, monísima, le sonríe, y ella sonríe de vuelta. Adora a los niños.
-Vamos al séptimo piso -dice la pequeña, con una vocecilla aguda que oculta risa y juegos.
- ¿Ah, sí? -contesta ella, apretando el botón correspondiente- ¿Y eso? ¿Dónde vais? -se inclina, para que sus ojos queden a la misma altura.
-Vamos a ver al tío Dani -contesta la niña, orgullosa.
-¿Al tío D...? -comienza a preguntar. Entonces se le congela la sangre en las venas.
Se incorpora, y mira a la chica que acompaña a la niña. No puede ser más de dos o tres años mayor que ella. Los rizos rubios enmarcan unos ojos tan verdes como los de él, pero infinitamente más cansados. Ella solo sonríe.
- ¡Sí! -exclamá la niña, ajena a la perturbación que causa- Él me puso el nombre -declara, orgullosa- ¿A que sí, mami? ¿Eh?
La joven y ella siguen mirándose a los ojos. La pequeña tira del pantalón de su madre, reclamando una respuesta.
-Sí, corazón -reacciona al fin ella-, él te lo puso.
- ¿Y cómo te llamas? -quiere saber.
-Sofía.
Tintintin.
Séptimo piso.
-Hasta luego -dice ella, con una sonrisa triste-. Ya nos veremos.
Ella solo asiente, muda.
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