viernes, 5 de febrero de 2010

XXIII

DingDong.

Se asoma a la mirilla y contiene una exclamación. ¿Pero qué...? Abre rápidamente.

- ¿Ganas tú o gano yo?

Silencio un segundo. ¿De qué habla?

- ¿Hay guitarra?

- ¡Ah!.. Eh... No -sonríe, incómoda, y se rasca la nuca. Qué fallo, tendría que haber conseguido esa maldita guitarra.

-Te lo dije -sonríe él.

-Vale, vale, lo admito... Pero es un poco tarde para el Burger, ¿no?

- ¿Quién ha hablado de Burger? Creo que podemos pasar directamente a la parte de los mayores. Vístete, venga. Invito yo.

Se fija en su ropa. Vaqueros oscuros, zapatos, camisa negra y una cazadora de cuero en la mano. Se queda paralizada por un momento. Después, sin una palabra, cierra la puerta y corre a su habitación. En menos de cinco minutos, se ha enfundado en una falda y unos tacones, se ha pintado la raya a toda prisa y se ha arreglado el flequillo, y vuelve a abrir.

- ¿Lista?

-Lista. Pero debería invitar yo, que al fin y al cabo he perdido la apuesta...

-Un día es un día, mujer. Es tu cumpleaños.

Le ofrece el brazo y, como un caballero, la escolta hasta el ascensor.

-Menos mal que estabas... Creí que te habrías ido con tus amigos.

Ella se encoge de hombros. ¿Cómo decirle que le ha estado esperando?

-Has tenido suerte.